Este hombre que ha sido Ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, administrador solidario de Arias y Domecq, S.L. -sociedad que controlaba varias firmas dedicadas a la actividad agrícola y ganadera-, apoderado de Capa S.A. y Domecq Rivero S.A. -dedicadas también a la gestión de explotaciones agropecuarias-, asesor de Cebingo S.A., Tecnijuego S.A. e Italcar España S.A. –empresas dedicadas, las dos primeras, a la explotación de bingos y a la importación de automóviles la última-, parlamentario autonómico andaluz, diputado y, seguro, algunas cosas más, es un hombre acostumbrado a que le sirvan “Aquellos camareros maravillosos que teníamos, que le pedíamos uno cortado, un nosequé, mi tostada con crema, la mía con manteca colorada, cerdo, y a mí uno de boquerones en vinagre y venían y te lo traían rápidamente y con una enorme eficacia”.
A este hombre, acostumbrado a que le sirvan “Aquellos camareros maravillosos que teníamos”, no parece hacerle mucha gracia que “Alguien que para hacerse una mamografía en Ecuador tiene que pagar el sueldo de nueve meses, viene (venga) aquí a urgencias y tarda (tarde) un cuarto de hora”.
Debe ser por eso por lo que a este hombre le llaman los educados tertulianos, ésos que cobran de la Conferencia Episcopal (léase: Presupuestos Generales del Estado) y ponen voz al humanismo cristiano en las ondas, “Don Miguel”.
Para mí está muy claro: este hombre es de los que tienen y a este hombre nada le importan los que no tienen. Por eso no voy a tratarle de “Don”, eso lo reservo para aquellos cuyo corazón late bajo otro compás. A éste voy a llamarle, lisa y llanamente, por su nombre: Miguel Arias Cañete, y voy a calificar sus declaraciones como racistas. Eso son, no otra cosa, y lo definen.
Dejo aquí una crítica coplilla[1], que viene al caso, del poeta Antonio Orihuela:
Unos tienen
otros no
pero lo peor
es creer que los primeros tienen razón
unos tienen
otros no.
(Por si no das crédito, puedes verlo y oírlo tú mism@)
A este hombre, acostumbrado a que le sirvan “Aquellos camareros maravillosos que teníamos”, no parece hacerle mucha gracia que “Alguien que para hacerse una mamografía en Ecuador tiene que pagar el sueldo de nueve meses, viene (venga) aquí a urgencias y tarda (tarde) un cuarto de hora”.
Debe ser por eso por lo que a este hombre le llaman los educados tertulianos, ésos que cobran de la Conferencia Episcopal (léase: Presupuestos Generales del Estado) y ponen voz al humanismo cristiano en las ondas, “Don Miguel”.
Para mí está muy claro: este hombre es de los que tienen y a este hombre nada le importan los que no tienen. Por eso no voy a tratarle de “Don”, eso lo reservo para aquellos cuyo corazón late bajo otro compás. A éste voy a llamarle, lisa y llanamente, por su nombre: Miguel Arias Cañete, y voy a calificar sus declaraciones como racistas. Eso son, no otra cosa, y lo definen.
Dejo aquí una crítica coplilla[1], que viene al caso, del poeta Antonio Orihuela:
Unos tienen
otros no
pero lo peor
es creer que los primeros tienen razón
unos tienen
otros no.
(Por si no das crédito, puedes verlo y oírlo tú mism@)
[1] ORIHUELA, Antonio, Lo que piensa la ballena del arponero, Bejar, 2001, El Sornabique&lf ediciones
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