El pasado sábado, mientras husmeaba en “El árbol de las letras”, una librería vallisoletana, me topé con Sobre arte y literatura, un pequeño libro de Joseph Joubert editado por Periférica dentro de su colección Biblioteca Portátil. De los textos, una selección de los pensamientos y reflexiones que Joubert dedicó al arte y a la literatura, dejo aquí una pequeña muestra. Intuyo que es uno de esos libros a los que volveré más de una vez, sus aforismos invitan a ello, a beber y seguir sediento. Por cierto, sería injusto no destacar la edición. Cada día me maravillan más ésas en las que la relación entre lo hermoso y lo digno es tan cercana, como en este caso.
Hay versos que, por su carácter, parecen formar parte del reino mineral; son dúctiles y resplandecientes. Otros, pertenecen al reino vegetal; tienen savia. Los últimos, finalmente, pertenecen al reino animal; tienen vida. Los más bellos son los que tienen alma; éstos pertenecen a los tres reinos, pero aún más a la Musa.
Es de esa clase de inteligencia parecida a los espejos convexos o cóncavos, que representan los objetos tal y como los reciben, pero que nunca los reciben tal y como son.
En el lenguaje ordinario, las palabras sirven para nombrar las cosas, pero cuando el lenguaje es realmente poético, las cosas sirven para nombrar las palabras.
Sólo buscando las palabras se encuentran los pensamientos.
Antes de emplear una palabra hermosa, hazle un sitio.
Debemos reconocer como maestros de las palabras tanto a los que saben abusar como a los que saben hacer buen uso de ellas, mas éstos son los reyes de la lengua y aquéllos los tiranos.
JOUBERT, Joseph, Sobre arte y literatura, Cáceres, 2007, Periférica.
Hay versos que, por su carácter, parecen formar parte del reino mineral; son dúctiles y resplandecientes. Otros, pertenecen al reino vegetal; tienen savia. Los últimos, finalmente, pertenecen al reino animal; tienen vida. Los más bellos son los que tienen alma; éstos pertenecen a los tres reinos, pero aún más a la Musa.
Es de esa clase de inteligencia parecida a los espejos convexos o cóncavos, que representan los objetos tal y como los reciben, pero que nunca los reciben tal y como son.
En el lenguaje ordinario, las palabras sirven para nombrar las cosas, pero cuando el lenguaje es realmente poético, las cosas sirven para nombrar las palabras.
Sólo buscando las palabras se encuentran los pensamientos.
Antes de emplear una palabra hermosa, hazle un sitio.
Debemos reconocer como maestros de las palabras tanto a los que saben abusar como a los que saben hacer buen uso de ellas, mas éstos son los reyes de la lengua y aquéllos los tiranos.
JOUBERT, Joseph, Sobre arte y literatura, Cáceres, 2007, Periférica.
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