El obispo auxiliar de Rouco Varela en Madrid, y portavoz de la Conferencia Episcopal, Martínez Camino, ha dicho que la legalización de los matrimonios gays ha sido “el momento más excepcional de la iglesia católica en sus 2000 años de historia”[1]. Entiéndase el “excepcional”, aprecio yo, como delicado, comprometido. Parece mentira. Si alguien, a quien no se puede acusar de desconocimiento, es capaz de decir una barbaridad de tal calibre es porque persigue oscuros intereses, alejados, seguramente, del humanismo cristiano que dice defender. No estaría de más que alguna tarde de éstas intentasen explicarnos, obispos y cardenales, qué aspectos de la nueva legislación civil en materia matrimonial afectan al matrimonio canónico, que, en definitiva, es el que ellos, actores de la fe que profesan, deben preservar. Mucho me temo que no encuentran esa afección, si la hubieran encontrado hace tiempo que hubiéramos tenido noticias de ella. Así las cosas, sus medios se dedican a escribir que no se puede afirmar que la situación en España sea de normalidad democrática (Revista Ecclesia), sus oficiantes a afirmar que nos conducimos hacia la disolución de la democracia (Cardenal García-Gasco) y su emisora, ¡qué decir de su emisora!, capitaneada por el acólito J. Losdemonios; sí, mejor no decir nada. Toda una armoniosa “familia” empeñada en perseguir a quien ose querer como la curia y el santo padre dicen que no se puede.
[1] El País, pág. 21, 08-01-2008.
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