miércoles, octubre 19, 2005

El orden vital

Ayer, que se cumplían cincuenta años de la muerte de Ortega y Gasset, escuché a su hija contar cómo se enfadaba su padre cuando le ordenaban la mesa, que por costumbre, o quizá por necesidad, tenía siempre desordenada y llena de libros y escritos. Una de las veces parece que su padre le dijo algo así como “tú, hija, tienes el orden geométrico y yo el orden vital”. En lo que a mí respecta, hace tiempo que tengo claro que estoy, por obligación, del lado de los de la escuadra y el cartabón, de los de la escalilla y el gps, de los de los números que hay que hacer//para vender el alma. Del otro lado están los poetas, la sed de los ojos de los poetas. ¿Quién pudiera cambiar de bando?, y no será porque no lo haya intentado, porque no me resigno a pensar que lo del orden nos viene dado, impuesto por naturaleza, que algo tendrá que ver también la voluntariosa razón en el orden de lo vital, ¿o quizá no?.

Las palabras

Y cómo entender de las palabras

de su traición y su poso de alivio
de su venganza tardía
de la metamorfosis de su voz
desconocida
de su mal citado silencio
otra vez más
ésta

y cómo entender

de las palabras de otros
que bombean su sangre más allá
de la falsa nitidez del cristalino
con el que miran al mundo
y aciertan.

(la sed de los ojos de los poetas)

(y dónde se amamantan)

Si el silencio las hubiese alumbrado
con el aceite quemado de las oraciones
y hubiese dejado su rastro
de tizas infantiles y en secreto
en el aire oxigenado de las paredes
abovedadas y transparentes de la infancia.

Quizá entonces.

(pero otro fue mi aprendizaje:
el de los números
que hay que hacer

para vender el alma)

De qué ahora
sirve abrigarlas entre mantas
y sudarlas e impregnarlas
del olor pecinoso de los charcos
de mi cuerpo.

(la sed de los ojos de los poetas
ésta es mi causa: sentirla)

(J.G.A. Poema publicado en el nº 34 de la revista Cuadernos del Matemático.)

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