-Olvídate
de los gastos de la titular del viaje, esa consorte profesional. Supón que
estén justificados, que el viaje estuviera plenamente motivado, que para eso es
una reina.
-Bueno…
-Sí, sí, ya sé que es mucho suponer, pero déjame que haga el cálculo a mi manera.
-Arranca.
-Verás. Gastos de la señora acompañante: 1000 euros por una entrada; 2000 euros por un billete de ida y vuelta en business; 1500 euros por cuatro noches de hotel.
-Bueno…
-Sí, sí, ya sé que es mucho suponer, pero déjame que haga el cálculo a mi manera.
-Arranca.
-Verás. Gastos de la señora acompañante: 1000 euros por una entrada; 2000 euros por un billete de ida y vuelta en business; 1500 euros por cuatro noches de hotel.
-¡Joder!
-Como ves, no te incluyo en esto comidas ni otros pequeños dispendios, que seguro que los hubo, y dejo a tu imaginación el calcular a cuánto pueden ascender esos otros gastillos, eso que llaman el chocolate del loro, como si estuviera la cosa para no mirar el céntimo.
-Como ves, no te incluyo en esto comidas ni otros pequeños dispendios, que seguro que los hubo, y dejo a tu imaginación el calcular a cuánto pueden ascender esos otros gastillos, eso que llaman el chocolate del loro, como si estuviera la cosa para no mirar el céntimo.
-Ya
te digo… Venga, sigue, sigue…
-La señora acompañante lleva a su vez un séquito, por si se pierde, que es muy despistada, tanto que no sabía ni qué coche guardaba su marido en el garaje de su casa. Y, como no podía ser menos, parte del séquito pasa también por taquilla a cargo de la visa del ministerio. No se van a quedar esperando los asesores, no el señor diplomático, tampoco el rest, que nadie sabe lo que pueden durar esos partidos y la espera puede ser eterna. Además, ¡qué imagen daríamos! Arrea, pues, otra entrada para el señor diplomático: 1000 euros. Las de los asesores habrán sido algo más baratas, peccata minuta, 200, 300, 400 euros…, menos de 1000 ni los cuento.
-¡Leches!
-Mira, sin sumar los gastillos que hemos dejado a nuestra imaginación, la señora acompañante ha fundido en cuatro días, que se sepa, 5500 euros de nada. Eso no lo cobra mi madre de pensión en un año.
-Ni las becas de mis tres hijas suman eso.
-Pues eso, 5500.
-Algunos dirán que eres un demagogo.
-Bueno, es posible, es una cuestión que se puede discutir, pero lo que es incontestable, porque ya llueve sobre mojado, es que la señora acompañante es una sinvergüenza, ¿o no?
-¿Otra sin?
-Otra sin.
-¡Manolín!, ponle otra caña sin al Desi. Claro Desi, claro, si no hay más ciego que el que no quiere ver. Y así nos luce el pelo. 5500... Cuatro días… ¿Y qué dice que fue a hacer?
-La señora acompañante lleva a su vez un séquito, por si se pierde, que es muy despistada, tanto que no sabía ni qué coche guardaba su marido en el garaje de su casa. Y, como no podía ser menos, parte del séquito pasa también por taquilla a cargo de la visa del ministerio. No se van a quedar esperando los asesores, no el señor diplomático, tampoco el rest, que nadie sabe lo que pueden durar esos partidos y la espera puede ser eterna. Además, ¡qué imagen daríamos! Arrea, pues, otra entrada para el señor diplomático: 1000 euros. Las de los asesores habrán sido algo más baratas, peccata minuta, 200, 300, 400 euros…, menos de 1000 ni los cuento.
-¡Leches!
-Mira, sin sumar los gastillos que hemos dejado a nuestra imaginación, la señora acompañante ha fundido en cuatro días, que se sepa, 5500 euros de nada. Eso no lo cobra mi madre de pensión en un año.
-Ni las becas de mis tres hijas suman eso.
-Pues eso, 5500.
-Algunos dirán que eres un demagogo.
-Bueno, es posible, es una cuestión que se puede discutir, pero lo que es incontestable, porque ya llueve sobre mojado, es que la señora acompañante es una sinvergüenza, ¿o no?
-¿Otra sin?
-Otra sin.
-¡Manolín!, ponle otra caña sin al Desi. Claro Desi, claro, si no hay más ciego que el que no quiere ver. Y así nos luce el pelo. 5500... Cuatro días… ¿Y qué dice que fue a hacer?
No hay comentarios:
Publicar un comentario