Sé que
el invierno está aquí,
detrás
de esa puerta.
(Del poema FE DE VIDA, José Hierro)
Un disco pirata de Madeleine
Peyroux suena de fondo mientras escribo. Y suena bien. Sobre la mesa el
desorden habitual: el ordenador, la factura del agua del mes de noviembre, la
del teléfono y otra vez la del teléfono -quién sabe ésta desde cuándo-, la del
seguro -tengo nueva cisterna para el inodoro-, cajas vacías de cedés y cedés
vacíos, notas perdidas (de versos) en cuadernos que piden fuego a gritos, un
facsímil de la carta puebla del lugar en el que vivo -que qué pintará tanto
tiempo en mi mesa-, el programa de actividades –segundo trimestre del 2009- de
una fundación, el resguardo de la presentación telemática de la renta,
bolígrafos sin tinta, rotuladores de tinta imborrable, algunos libros de poemas
que no han merecido la pena, cartas de “la Caixa”, la regla, un calendario, un bote lleno de
viejas pesetas, mi memoria en una tarjeta SD y algunas porquerías más. Ha
empezado a llover. Ésta es una tarde de noviembre y estoy escondido en una mesa
sobre la que se amontonan tardes perdidas, meses sin tiempo, inviernos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario