Pequeñas tareas

Quiero volver a las pequeñas tareas de la vida: organizar los papeles de mi mesa, el paseo de las tardes, dar carena a los madridistas –este año que el Barça va tan bien-, retomar algunas lecturas que dejé a medias –Antonio B. el Ruso, ciudadano de tercera, de Ramiro Pinilla, o un ensayo de Víctor Gómez Pin, Entre lobos y autómatas-, escribir cartas que tengo pendientes, salir de vinos con los amigos, dar vida a algunos pequeños proyectos –las exposiciones en Villablino o Tráfico de Poemas- y un fuerte empujón a otros –por ejemplo a F(r)OTextOs-. Necesito tocarme otra vez, dar un paso adelante. No quiero olvidar el último año, duro y aleccionador en lo personal, sólo quiero encontrar en él lo que dejé olvidado: las pequeñas tareas de la vida que el dolor se encargó de cubrir con su áspero manto. Quiero volver a morderlas, palpar sus hechuras vulgares –pero mías-, sentir su calor y su pálpito en los dientes, darles el bocado que me sirva para encontrar en ellas los pasos que ahora debo dar. Por eso, sin más dilación, voy a organizar ya los papeles de mi mesa.