Creo que corría el año 2001 cuando, como escritor invitado, vino al Taller de Poesía y Relato de Plasencia, que dirigía Gonzalo Hidalgo Bayal, Basilio Sánchez. Aquél fue mi primer acercamiento a su poesía y desde entonces es un poeta al que sigo con interés creciente. Aquella tarde el autor de Entre una sombra y otra se mostró, así lo recuerdo, como una persona tímida y tranquila. También como alguien que respiraba el mismo aire que sus poemas: franqueza. Ahora, con Las estaciones lentas, Basilio Sánchez se ha convertido para mí en un poeta imprescindible. ¡Qué excelente libro! Desde el principio hasta el final toda la lectura transita entre versos a los que uno abraza con emoción, entre palabras que devuelven un abrazo sentido. Y todo presidido por el silencio -un silencio lleno de el murmullo de la caligrafía- y la calma -una calma que no es quietud sino labor pausada y reflexiva: me he pasado la vida puliendo la madera/de una silla interior-. Así, entre el silencio y la calma, vive en este libro la palabra: la palabra como ojo (Desde lejos me observan como lo haría ese cielo/común de los pastores,); la palabra como escucha (…: hasta aquí llegan/el murmullo de huesos del nogal/y el agitar de hojas de los pájaros/acomodándose en los nidos de su pobreza.); la palabra que es pulmón (Puñados de palabras en las que, a veces, pueden/las cosas respirar,/compartir con nosotros el estremecimiento/que las mantiene vivas;...); el difuso tacto que devuelve la palabra (todo lo que alcanzaba a tocar con una mano/hace acaso unas horas/se pierde en la espesura de esta niebla); la palabra que es losa y es necesidad (Nadie vive durante mucho tiempo/en las proximidades del relámpago.); la palabra que es vida, poesía.
En Las estaciones lentas hay un mundo con el que me identifico, una forma de mirar a la que un lector, en los tiempos que corren, sólo puede responder con agradecimiento. Intuyo también que estos poemas están cubiertos por el aliento de la fidelidad que se deben vida, poeta y poesía. La escritura (Se vive en la escritura como se participa/de la respiración de lo sagrado/en cualquiera de las rutas del aire) y su abrazo, eso nos ha regalado Basilio Sánchez, porque, en palabras de Olvido García Valdés, “no sólo cuenta el decir –lo dicho-, sino la relación que quien habla tiene con el decir… , la relación del decir con la verdad”, y verdad es lo que hay en este libro. Gracias poeta.
En Las estaciones lentas hay un mundo con el que me identifico, una forma de mirar a la que un lector, en los tiempos que corren, sólo puede responder con agradecimiento. Intuyo también que estos poemas están cubiertos por el aliento de la fidelidad que se deben vida, poeta y poesía. La escritura (Se vive en la escritura como se participa/de la respiración de lo sagrado/en cualquiera de las rutas del aire) y su abrazo, eso nos ha regalado Basilio Sánchez, porque, en palabras de Olvido García Valdés, “no sólo cuenta el decir –lo dicho-, sino la relación que quien habla tiene con el decir… , la relación del decir con la verdad”, y verdad es lo que hay en este libro. Gracias poeta.
SÁNCHEZ, Basilio, Las estaciones lentas, Madrid, 2008, Visor.
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