martes, noviembre 22, 2005

Leopoldo de Luis

Hoy me entero, en este lugar de ecos, de que antes de ayer falleció Leopoldo de Luis. Apenás he leído suyos poemas sueltos pero ¿cuántas veces habré acudido a consultar su antología de la poesía social española en busca de respuestas? Y tras cada poética, preguntas; y tras cada poema, preguntas. Allí Celaya, Blas de Otero, José Hierro, Ángel González, José Agustín Goytisolo, Valente, Gil de Biedma, Félix Grande,... ¿Qué importa la etiqueta?, son poetas, interrogantes. Pero uno no olvida que es obrero, hijo de la historia, y cree saber que en un poema caben también las palabras hambre, enemigo, prohibido, libertad, minero o justicia, de la misma manera que caben noche lenta o he muerto, porque en el fondo, lo que siempre ha importado es un cierto sentido de la claridad, y ésta , como dijo Claudio Rodríguez, siempre viene del cielo.

[...] Evoluciona el hombre y en buena medida la poesía es el hombre. Vive y convive de otra suerte. Le rodea otro entorno. Ni la salud física le sigue igual. Otras han sido sus lecturas. Vio crecer al hijo. Vio morir al padre. Envejecen los seres que ama. Hoy, para él, vivir es ver morir. ¿No van a cambiar sus preocupaciones y, con ellas, su poesía?

(De las respuestas a una entrevista hecha por Antonio Rodríguez Jiménez y publicada en el suplemento cultual del Diario Córdoba el 30 de diciembre de 1999.)

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