martes, junio 25, 2013

Casualidades


Sonríe con los dientes afilados, como si siempre estuviera dispuesto a hincarle el diente al primero que pase, como si sintiera la obligación permanente de demostrar que él siempre está, un poco o un mucho, por encima de los demás. Tiene una mirada altiva, sobrada, esa mirada en la que siempre puede leerse un cierto engreimiento, el convencimiento de que él está donde está porque sabe y los demás estamos donde estamos gracias a él y a otros como él que nos lo han permitido. Un tipo, como sus amigos, forjado en la lucha, el sacrificio y el esfuerzo por salir adelante en la vida. Un buen chico este Wert. Como su jefe y la inmensa mayoría de sus compañeros de acción política. Personas que medraron en el partido gracias a la cultura del esfuerzo que tanto proclaman estos hombres y mujeres que las han pasado putas en la vida, que han superado pruebas que nosotros, el común de los mortales, ni imaginamos. Tantos y tantos esforzados políticos. Todos listísimos, tan exigentes ellos. Pero lo que más me llama la atención son esas casualidades que hacen que todos los listos caigan en la misma cesta. Quiero decir que es sorprendente que sean tan listos todos los niños del colegio de El Pilar, tan capaces ellos para ser ministros, de uno y otro color, tan esforzados, que ya se les nota en primaria la vocación, la mismita, en muchas ocasiones, que su padre o su abuelo. Que sorprende cuántos ministros son amigos desde la carrera, qué casualidad toda esa sabiduría junta en una promoción, que sirven lo mismo para un roto que para un descosido, ayer para secretarios de estado, antes para directores generales, hoy para ministros y al siguiente día para presidentes de algún consejo de administración. Que sorprende el que en algunas familias llegue, casualidad, a hermanarse gente tan esforzada y exitosa, diputados y diputadas hijos de, eurodiputados cuñados de, asesores de ministros hermanos de, consejeros maridos o mujeres de, hasta ex de pueden encontrase en puestos para los que, aunque fueron nombrados a dedo, lo fueron por el único motivo de su capacidad para la buena gestión. La familia, la familia, la familia, querido Vito. Ya lo dije, todos y todas listísimos, todos ocupando puestos públicos para los que han sido nombrados por su contrastado saber hacer, todos recordando aquellos primeros pasos de su sacrificada vida laboral, sus denodados esfuerzos para conseguir su primer puesto de trabajo, su primer sueldo a sus 22 años, empezar desde abajo, sí, desde abajo, como presidentes de alguna comisión o como concejales de obras y servicios en un ayuntamiento en expansión de la periferia o como diputados o asesores bien pagados de algún director general de confianza con el que aprender algunos ardiles necesarios en la vida, porque, aunque son muy listos, con esa edad aún no lo saben todo y se ven en la obligación de empezar desde abajo con un buen cargo. Qué penurias ha pasado esta gente, qué esfuerzos ímprobos han tenido que hacer para llegar al poderoso lugar que ocupan, cuánta sabiduría ha tenido que derrochar esta banda de oligarcas. Por eso les jode, y a su ministro de educación más, que la gran mayoría de la población tenga la oportunidad de formarse más allá de lo que su familia, ésta sí, con verdadero esfuerzo, pueda darle. Solidaridad, justicia e igualdad. La oligarquía que nos gobierna nunca entenderá esas tres palabras porque ponen en peligro su statu quo. Las constantes salidas de tono, casi insultantes, del ministro Wert y su proyecto de Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE) obedecen a eso, dinero y poder siempre en las manos de unos pocos. Y esos pocos siempre son los mismos. Otra casualidad, y ya está uno harto de casualidades.
*Escribí este texto ayer, y hoy, ésta sí que es una casualidad agradable, me encuentro con esta viñeta de Sansón en El Norte de Castilla. Disfrútenla, creo que hablamos de los mismo pero él lo expresa muchísimo mejor.

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