En los ascensores el
cielo es un neón pobre que se oculta, el espejo es un ojo grande que mira desganado
un paisaje repetido, las manchas azules, si las hay, no son el mar y, además, está prohibido encender un
cigarrillo. Salvo que tengas a alguien a quien besar, mirarse a los ojos parece
ser la única forma de hacer ese viaje, del primero al quinto, entretenido.
domingo, mayo 12, 2013
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