Fuimos en un tiempo centeno y manos
los ojos de los búhos en el valle
la sangre que latía sobre el frío
el dialecto del júbilo y la risa
la voz del llanto y la tristeza.
Manos y centeno.
Latido y humus.
Gozo y desconsuelo.
Eso fuimos antes de ser
por un mar de espuma marina de su vientre
dejados en el mundo.
Por eso…
Por eso no está en otra boca sino en la nuestra el pan
de aquellos años suyos de cielo e intemperie,
no en otros ojos está sino en los nuestros la luz
de su mirada y su pálpito adelantado,
no en otras manos sino en las nuestras ha de estar
su tacto de amparo
el favor de sus manos apretando nuestro pecho.
Lo que de cierto sabemos del mundo
se resume en lo que fuimos:
ahora junco que pierde el equilibrio
y que aun así nos mantiene erguidos
y nos empuja con su soplo.
Y por eso,
porque fuimos en un tiempo centeno y manos
grillos y sapos en verano
guadaña y hierba
somos lo que somos en el mundo.
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