(EL FRÍO quebradizo y eterno de las pizarras.
La gota de agua que refleja el cielo entero.
Una luz enferma y olorosa que se apaga.)
Ese hombre y su alma nacieron con el hierro.
Y ya ha injertado el membrillero:
en esta rama la yema de un peral,
en aquélla la de un manzano,
en la más soleada
asentó en escudete la de un cerezo.
Y abriga las uniones
por si un frío de abril las reventara,
y espanta a los pájaros
que quieran dañar los brotes tiernos,
y vigila por si atacara el oídio
y tuviera que rendirse
también esta primavera,
y se sienta al sol de la tarde y sabe
qué fue de cada yema,
quién libó cada flor,
atisba qué será de cada fruto.
Árbol que huele a manantial y a óxido,
a nieve lenta y al mármol digno de la desobediencia.
Alma de cien años de hierro.
Voz heredada de los astros y la nieve.
Bosque de acebos rojos que respira cansado.
lunes, diciembre 28, 2009
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